21.8.09

Deportes Mentolados

Existen ciertos casos, en los que para responder una pregunta de forma general, no se necesita mucha ciencia. Como por ejemplo: ¿Me quemaré más la piel asoleándome en Acapulco o en Montreal? o, ¿será bueno para mi salud comer comida rápida toda la semana? o, ¿me muero si fumo mentolados? Evidentemente me quemaré más en Acapulco, no es bueno comer comida rápida toda la semana, y el daño de los mentolados es a largo plazo… y sí, puede matarte. Pero la ciencia sigue jugando un papel importante al ir más a fondo. Puede decirnos que tanto más voy a quemarme en Acapulco y con qué consecuencias, en qué nos afecta comer comida rápida y cómo me daña fumar mentolados.

En los deportes de contacto, encontramos una situación como esta. Nadie que tenga tres dedos de frente duda que los deportes de alto contacto, como el fútbol americano o el box, tengan efectos neurológicos negativos, en por lo menos algunos de sus exponentes. No hace falta más que ver a Mohamed Alí, o escuchar al Maromero Páez. Entendiendo, por supuesto, que no son casos aislados.

El antecedente más antiguo que encontramos el la literatura científica, tratando este tipo de problemas, data del año 1928, cuando Harrison Martland hizo un estudio en varios boxeadores de la época. Los resultados encontraron fuerte daño cerebral, bautizó a esta “enfermedad” como dementia pugilistica.

Durante todos estos años, la comunidad científica no ignoró los daños que acarrean consigo los deportes de alto contacto. Pero no fue sino hasta 2005, cuando el neuropatólogo Bennet Omalu publicó un estudio relacionado con un exjugador de la NFL, lo cual atrajo la atención del público, de los deportistas y evidentemente de la NFL. Omalu realizó estudios en 12 exjugadores profesionales que murieron antes de los 50 años, de los cuales 11 mostraron daño cerebral. La excepción fue el caso de Damien Nash, de 24 años.

Entre los problemas que se han encontrado en ex jugadores profesionales están el Alzheimer prematuro, la demencia, la depresión y los problemas de aprendizaje. Eso, si no consideramos como un problema que la edad promedio de un ex NFL es de 55 años (22 menos que la de un americano promedio), y de 52 para los linieros, que son quienes reciben más contacto.

En todo esto, el equipo usado juega un papel importantísimo, pues aunque protege muy bien al cuerpo, el cerebro sigue sufriendo aceleraciones y golpes internos que de otra forma no tendría. Los jugadores de rugby no presentan estos problemas. Es aquí donde la NFL ha dicho tomará cartas en el asunto, pero, a menos de que se convierta en la National Rugby League, no habrá cambios significativos. Además el problema en realidad no es de la NFL, sino es más bien cultural y de los individuos que lo siguen haciendo. El problema no es exclusivo de los jugadores de la NFL. Es más bien un problema como el del tabaco. La decisión es personal.



Fuentes:
Greg Miller, Science 325