20.11.09

Las Gentes de Calakmul

Una de las dificultades que los antropólogos encuentran para estudiar culturas antiguas, es que normalmente sólo se retienen datos históricos de las élites. La cultura maya, no es la excepción, y hasta principios de 2009, todos los escritos, monumentos y ricas joyas que servían para estudiar dicha cultura, habían pertenecido a la realeza. Sin embargo, en Calakmul se hizo un hallazgo que nos abre la puerta al mundo del maya ordinario, el maya de a pie de hace más de mil años.
Calakmul es un sitio arqueológico ubicado en la reserva de la biósfera, en el sur de Campeche, a unos 30 Km. de la frontera con Guatemala. El doctor Ramón Carrasco Vargas del INAH, en colaboración con Verónica Vásquez (UNAM) y Simon Martin (Pensilvania), dirige una investigación que encontró una serie de pinturas muy peculiares en la pirámide principal del sitio; por un lado, durante una remodelación de la pirámide, las pinturas fueron recubiertas con un proceso jamás antes encontrado en casos similares, y por el otro, en ellas se muestra a la gente común.
Los mayas usaban diversos pigmentos que les permitían usar los colores verde, azul y una variedad de rojos, cafés y amarillos. Actualmente las pinturas están en un proceso de conservación y limpieza.
En las figuras se muestran mujeres, hombres y niños; vestidos de muy diferentes maneras. Personajes de ambos sexos usan sombreros, aretes y collares; algunas mujeres muestran la cara pintada. Los diversos atuendos, nos hacen pensar que representan varias clases sociales.
Entre las actividades que podemos ver están la preparación y el consumo de alimentos y el transporte de diversas mercancías, ya sea en la cabeza, o en el típico estilo maya, con una banda atada a la mercancía por un lado y apoyada a la frente del cargador del otro (esquina superior izquierda de la foto). Esta técnica sigue siendo útil hoy en día. También podemos ver una variedad de utensilios para cocinar, así como jarrones, canastas, cajas y sacos.
La mayoría de las pinturas vienen acompañadas de jeroglíficos mayas, que complementan el entendimiento de la imagen. En varias de ellas, se nombra la actividad de la persona en cuestión, por ejemplo: “persona del tabaco”, “persona de la sal”, “persona del harina de maíz” y finalmente “persona de los tamales”. Sorprendentemente similar a nuestra vida cotidiana.


13.11.09

Un buen Virus

Desde que supimos que algunas de las enfermedades más atroces de nuestros tiempos son causadas por fallas genéticas, hemos querido modificar estos genes de alguna manera. Esto es ahora una rama de la ciencia llamada “terapia de los genes” y en sus principios fue muy prometedora, aunque posteriormente nos ha dejado esperando resultados más palpables. No es fácil modificar un gen de cada célula de un individuo, evidentemente no podemos hacerlo con pinzas ni métodos burdos. Pero imaginemos que podemos diseñar un virus, que en lugar de meterse a nuestras células y alimentarse de nosotros y desordenar nuestros genes, los ordenara. No importa que se alimente de nosotros, pero que nos deje los genes bien ordenaditos.

Esta semana, en la revista Science, el doctor Patrick Aubourg y múltiples colaboradores del instituto de salud e investigación médica (Francia), reportaron un estudio en el que se logró detener el avance de adrenoleucodistrofia en el cerebro de dos niños. La adrenoleucodistrofia es una enfermedad genética que destruye la mielina (cubierta neuronal) de los niños.

El doctor Aubourg diseñó un virus que inserta genes saludables en las células madres de la médula espinal del paciente. Los resultados tomaron su tiempo, pero dieciséis meses después del tratamiento, la enfermedad había dejado de progresar; y 2 años después, el 18% de las células madre de la médula espinal del paciente tenían el gen saludable. En la foto podemos ver las células saludables en rojo, dentro de la médula espinal, en azul.

Si bien es cierto que el daño ya causado no se revirtió por estos métodos, lograr detener la enfermedad es un avance muy grande no sólo para el combate a la adrenoleucodistrofia, sino para muchas enfermedades genéticas que se manifiestan en todas las edades; sobretodo en la niñez y en la vejez.


10.11.09

Las Franjas de los Planetas





De acuerdo a una investigación, de los doctores Adam Showman y Yuan Lian, las vistosas franjas observadas en Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno tienen su origen en la energía liberada durante la condensación del agua en sus atmósferas.

Es bien sabido en la comunidad científica, que estas franjas son reflejo de un rápido flujo de vapor y nubes en estos planetas. Sin embargo, el mecanismo que las genera sigue (o quizás seguía) siendo más bien una interrogante a la que varios grupos de investigación han querido responder. Para esto, se han diseñado diversos modelos, basados principalmente en la hidrostática y tomando en cuenta diferentes factores, propios de cada planeta. De acuerdo a Showman y Lian, la contribución energética de la condensación del agua, era el factor crucial que faltaba para tener un modelo más acertado; suficientemente robusto como para funcionar con los gigantes de gas (Júpiter y Saturno) y con los gigantes de hielo (Urano y Neptuno).

Los resultados de esta investigación están por publicarse en la revista Icarus, quizás la más prestigiosa en ciencia planetaria. El modelo de Showman y Lian genera alrededor de veinte franjas para los planetas de gas, y entre tres y siete franjas para los de hielo; lo cual coincide con lo observado, y respalda la validez del trabajo. En la foto podemos ver la distribución de las velocidades de los vientos en metros por segundo para Júpiter.

Cuando un planeta gira, se genera una fuerza hacia los lados parecida a la que sentimos en los carruseles (fuerza de Coriolis). Esta fuerza es la responsable de que el agua gire hacia un lado en el hemisferio norte y al contrario en el sur. Esto genera corrientes en los océanos y en el viento como las que tenemos en la Tierra. Pero cuando el planeta es más grande, esta fuerza también es más grande. De acuerdo al modelo en cuestión, la condensación del agua genera torbellinos locales que junto a la fuerza de Coriolis en estos planetas, retroalimentan los flujos planetarios, manteniéndolos activos y dejándonos ver esas singulares franjas.