13.3.09

Las Chispas de tu Cerebro 1/3

Como seres humanos, solemos hacernos preguntas tormentosas como: ¿Qué es la vida? ¿Para qué estamos aquí? ¿Cómo es que existimos? ¿De verdad existimos? ¿Qué queremos decir con “de verdad existimos”? y es entonces cuando empezamos con razonamientos en el límite de la lógica como: Si me quitan un pie, sigo siendo yo… si me quitan una oreja sigo siendo yo… pero… ¿si me quitan el cerebro? Bueno, si me quitan el cerebro me muero… pero… entonces mi existencia radica en el cerebro… ¿o no?... ¿radica en algún lugar? ¿Cómo me conecto al mundo físico en todo caso?

En fin, este tipo de preguntas han hecho que del estudio del cerebro uno de los más polémicos e interesantes. Además, podríamos decir que el cerebro no coopera mucho para que lo entendamos… sus funciones y procesos son mucho más complicados que los de los huesos, los músculos, el corazón o cualquier otro órgano humano.

Si nos detenemos a sentir el cuerpo por un momento, resulta muy evidente que cuando pensamos, tenemos actividad en la cabeza; los griegos decían que era nuestra conexión con el alma. Pero, ¿qué tanto más ha avanzado la ciencia desde ese entonces? En realidad hemos sido lentos.
A finales del sigo xix, el fisiólogo italiano Mosso, notó que las pulsaciones sanguíneas de su paciente incrementaban en la parte derecha pre-frontal de la corteza del cerebro cuando comenzaba o terminaba de hacer cálculos matemáticos. Mosso concluyó que el flujo sanguíneo era necesario para la función cerebral. Sin embargo, estos estudios no se continuaron por alrededor de medio siglo, hasta 1928, cuando un estudio clínico, publicado por John Fulton señalaba que su paciente insistía en escuchar un ruido en la parte posterior de su cabeza cuando veía. Fulton también escuchó el sonido y lo identificó como el que hace la sangre al pasar por un obstáculo. Continuó con sus estudios para percatarse que el sonido aumentaba si el paciente trataba de ver en la oscuridad, pero se mantenía igual si cualquier órgano requería de la sangre. Este experimento reforzó la ahora aceptada teoría de que el flujo sanguíneo está íntimamente relacionado con la actividad cerebral.
El siguiente paso se dio hasta 1944 cuando el científico estadounidense Kety hizo las primeras mediciones cuantitativas del flujo sanguíneo al cerebro. Su método consiste en hacer que el paciente respire una mezcla de oxígeno con algún gas inerte, el cual se queda en la sangre sin consecuencias. Posteriormente se extrae sangre de diferentes puntos y se mide la concentración del gas inerte. Este método daba un gran paso, pero no podía decir nada sobre la zona del cerebro en la que se tenía la actividad cerebral. Fue hasta la década de los 60 cuando el mismo Kety con sus colaboradores suecos Ingvar y Lessen desarrollaron un método para hacer mediciones un poco más localizadas, aunque en no con mucha resolución.

Para poder tener una imagen más clara del flujo sanguíneo en el cerebro, fue necesario que la resonancia magnética y la tomografía (por emisión de positrones) se desarrollaran aproximadamente hace 30 años. Estos desarrollos tecnológicos propulsaron drásticamente las neurociencias. Pero hablaremos de ellos y sus implicaciones en los siguientes artículos.




Fuentes:
THE DETERMINATION OF CEREBRAL BLOOD FLOW IN MAN BY
THE -USE OF NITROIJS OXIDE IN LOW’ CONCENTR~ATTONS1
SEYMOUR S. KETY AND CARL F. SCHMIDT
From the Laboratory of Pharmacology, University of Pennsylvania Medical

A brief history of human brain mapping
Marcus E. Raichle
Washington University School of Medicine, 4525 Scott Avenue, St Louis, MO 63110, USA

Wikipedia/kety

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Esos fueron doctores medios nazis no?

C. Toledo dijo...

También el flujo sanguíneo al pene afecta al cerebro... LOL

Saludos Joaco.