23.10.09

Las Caras que Hacemos

Existe en el comportamiento humano, una tendencia a sincronizar la expresión facial con quines nos rodean. A este fenómeno, se le llama contagio emocional. Sin embargo, no sabemos a ciencia cierta si es simplemente una imitación del gesto o a una sincronización del sentimiento, a lo que se le llama “resonancia emocional”. La doctora Beatrice de Gelder y su grupo de la universidad de Tilburg, en Holanda publicaron esta semana los resultados de sus estudios en la prestigiada revista científica PNAS.

Para estudiar este fenómeno, se hizo un experimento en el que se involucró a dos pacientes con ceguera cortical parcial. La ceguera cortical se debe a daños en la corteza occipital del cerebro, el ojo puede ver bien, pero el cerebro no puede procesarlo y el ciego cortical no puede ver la imagen concientemente. Estos pacientes muestran dicha ceguera sólo en una parte de su área visual.

El experimento consistió en mostrarles imágenes de caras y cuerpos con cierta expresión de miedo o de felicidad, en las áreas sanas y ciegas de su campo visual. Para estudiar su reacción se les pidió que trataran de adivinar si la expresión era de miedo o de felicidad; también se medía la expansión de dos músculos claramente ligados con estas emociones y se medía la expansión de la pupila.

Cuando la imagen se les presentó en su parte sana, adivinaron la emoción de la persona en un 90.6 %, mientras que cuando se presentó en la parte ciega, adivinaron en un 87.6 %. La diferencia es tan pequeña, que podemos decir con bastante certeza que el de alguna forma estaban “viendo” con su parte ciega. Es decir, de alguna forma aún por estudiarse, las emociones aún se transmitían de forma inconsciente. La pupila es un indicador fundamental para el experimento, pues no se considera parte de la imitación que hacemos a los gestos de otros. Estos resultados sugieren a nuestra pregunta original, que no sólo se copia el gesto sino que la emoción también “resuena” en el observador.

Por otro lado, de acuerdo a la dilatación de la pupila y la tensión muscular, la emoción mostrada fue mayor cuando la visualización fue inconciente. De esto surgen más preguntas, aunque antes se había ya propuesto que las emociones inconcientes son más fuertes que cuando las hacemos concientes.

Para finalizar, cabe mencionar que estos estudios no desechan la posibilidad de la imitación del gesto como un mecanismo secundario, pero sí justifican a la resonancia emocional como primero mecanismo para las caras que hacemos.


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